martes, 3 de abril de 2012

El PAN y sus elecciones

El momento de elegir a sus candidatos es tal vez el proceso más crítico que enfrenta un partido político con posibilidades de triunfo. Tiene que definir qué bien pretende tutelar: ¿la democracia interna, es decir, que los militantes puedan decidir? ¿la nominación de candidatos atractivos capaces de ganar la elección? ¿la elección de futuros buenos gobernantes y/o legisladores? ¿la postulación del candidato más preparado o con más méritos? Es prácticamente imposible que un mismo método privilegie simultáneamente todos los objetivos anteriores.

El Partido Acción Nacional en el Distrito Federal, y prácticamente en todo el país, se atrevió a llevar a cabo procesos democráticos para elegir a sus candidatos. Fue el único que lo hizo. PRI y PRD prefirieron designaciones directas y acuerdos cupulares, comenzando por su propio candidato presidencial. La decisión panista para los diferentes cargos de elección popular no estuvo exenta de dificultades e incluso de prácticas contrarias al espíritu democrático del partido: no se puede voltear hacia otro lado ante evidencias de acarreos, compras de votos y otras irregularidades que, por fortuna, fueron la excepción y no la regla. La Comisión Nacional de Elecciones hizo bien su trabajo y se consolidó como una instancia confiable e imparcial. La renuncia al partido de personajes que hace tan sólo tres años se beneficiaron de las nada democráticas designaciones y que ahora no fueron capaces de ganar una elección interna no
deja de ser meramente anecdótica, además de incongruente.

En general se puede decir que el partido sale bien librado de estos procesos, aunque con la enorme responsabilidad de replantearse varias cosas. Se tienen que revisar los mecanismos de afiliación y las responsabilidades que los militantes han de adquirir en la organización partidista. La afiliación inducida no puede seguir siendo la vía más fácil de controlar al partido.

Por otro lado, la decisión de efectuar elecciones abiertas a toda la ciudadanía para nominar candidatos, experimentada en varios lugares, ha resultado profundamente adversa y contraria al espíritu que la respaldaba. Pensar que muchos ciudadanos de buena fe se iban a interesar en quién era el candidato del PAN en un distrito de mayoría o en una delegación y que por lo tanto iban a ir a votar en su elección interna no deja de ser utópico. Con topes de campaña bajísimos (en el DF fueron de 30,000 pesos) era imposible hacer una correcta difusión entre la ciudadanía sobre los procesos abiertos del PAN. Más bien, la evidencia empírica en todos los partidos nos muestra que las elecciones abiertas incentivan los peores comportamientos posibles de los actores involucrados. Suele ocurrir en estos casos que los precandidatos buscan llevar a la urna a la mayor cantidad posible de personas que saben que van a votar por ellos, es decir, se incentiva al máximo el acarreo o los pactos con aquellas organizaciones corporativas que puedan movilizar el mayor número de ciudadanos a la elección interna. No gana, pues, ni el candidato mejor valorado por la ciudadanía ni el más popular, sino el que pudo movilizar a más personas, bajo la forma que haya sido, incluyendo, tristemente, la compra clientelar del voto. A consecuencia de ello, son raras las elecciones abiertas que no terminan en medio de descalificaciones y acusaciones graves. Aunado a lo anterior, siempre existirá el riesgo de que actores ajenos al partido participen con el ánimo de descarrilar el proceso. En Chihuahua, Javier Corral argumentó, precisamente, que el gobernador priista operó con todo para tratar de evitar que llegara al Senado de la República.

Las anteriores reflexiones deben hacerse con mayor profundidad para que Acción Nacional recupere la imagen de partido ordenado y democrático que siempre ha tenido ante la ciudadanía. Una indispensable reforma estatutaria después de la elección federal deberá replantear, a profundidad, los métodos internos del PAN. Este partido tiene la enorme responsabilidad de seguir siendo el gran instrumento de la sociedad para construir un país moderno y encaminado al bien común. No puede, no podemos, ser omisos ante ellos.

1 comentario:

  1. De la lectura a su artículo puedo deducir que usted afirma implícitamente que la selección democrática de un candidato, dentro del PAN, termina en conflicto, acarreo y despretigio.
    SEÑALA QUE FUE LA EXCEPCIÓN Y NO LA REGLA, NO OLVIDEMOS A LOS CANDIDATOS DE SU PARTIDO QUE SE QUEDARON SIN SER ELEGIDOS POR ESTA PRÁCTICA, LA CUAL YA ES UN HECHO COMÚN EN SU PARTIDO.

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