lunes, 12 de marzo de 2012

Una dama de hierro

La segunda mitad del siglo XX fue pródiga en acontecimientos en el mundo entero y muy particularmente en el mundo occidental: guerras, ideologías, muros de concreto que dividieron naciones, avances tecnológicos, carrera espacial, gobiernos de muy diversos signos... pero fue también una época de liderazgos muy notables que de alguna manera
cambiaron el rumbo de las cosas. Uno de ellos fue, sin duda, el de Margaret Thatcher, recientemente llevada a la pantalla grande en The Iron Lady, espectacularmente protagonizada por Meryl Streep.

Thatcher fue primera ministra de Gran Bretaña entre 1979 y 1990, la primera y hasta ahora única mujer en ocupar ese cargo. Heredó
una situación política y económica verdaderamente complicada: el gobierno laborista había generado desempleo, crisis económicas y un aparato estatal ineficiente y
que brindaba pésimos servicios públicos. Para enfrentar esos problemas, Thatcher tuvo que tomar medidas drásticas, no exentas de polémica, pero que finalmente condujeron a una recuperación económica: recortes presupuestales, privatización de empresas públicas, disciplina fiscal...

Margaret Thatcher dotó de un especial dinamismo al viejo Partido Conservador, el cual volvió a defender sin complejos valores como la libertad individual, el mérito personal, la economía de mercado, la vida y la familia. Fustigó a todos aquellos que creían que un Estado interventor,
omnipresente y obeso era la solución a todos los problemas. Su proyecto ideológico no solamente incidió en el Partido Convervador, sino también en el Laborista, que se vio obligado a superar viejos dogmas y replantear sus postulados, muchos de los cuales fueron retomados por académicos como Anthony Giddens o políticos como Tony Blair.

La lucha de la Thatcher coincidió con la de otros personajes como Ronald Reagan o Helmut Kohl. Todos ellos lograron una gran victoria cultural al demostrar que cuando el Estado interviene de manera indiscriminada en la economía, suele producir más problemas que los que busca
solucionar. Hoy ya muy pocos ponen en duda que cuando las burocracias estatales crecen desmedidamente malgastan los recursos de la sociedad y suelen abusar de los poderes conferidos, fomentando redes clientelares y apoyos políticos obscenos, y que donde no hay competencia las sociedades se estancan y empobrecen. La rígida planificación económica ha mostrado su fracaso en el mundo entero y ha traído consigo, generalmente, la falta de libertad política. Los controles de precios ocasionan, irremediablemente, inflación y, con ella, menos
poder adquisitivo, crisis económicas y más pobreza.

Pero no solo fue económica la lucha de estos líderes, sino también política. En plena guerra fría, cuando Occidente vivía desmoralizado frente al avance soviético, hicieron frente al socialismo y
lograron, junto a otros grandes líderes como Juan Pablo II, Lech Walesa o Vaclav Havel que se desmoronara el muro de Berlín y con él las utopías totalitarias que sojuzgaron a buena parte de la humanidad en el siglo XX.

Margaret Thatcher, conocida como "La dama de hierro", jamás aceptó el chantaje de los sindicatos ni de los grupos terroristas. Mucho menos el de una nación extranjera como Argentina cuando invadió las Islas Malvinas. Frente a ellos no tuvo compasión ni piedad. Sus detractores incluso descalifican su crueldad para hacer frente a estos trances, lo cual generó no pocos problemas al interior de su propio gobierno. En todo caso, logró imponer el orden, si bien es cierto que a un costo alto, como las vidas inocentes que se perdieron en el conflicto bélico del atlántico sur.

Margaret Thatcher fue una mujer con una gran visión política. Su liderazgo, con sus aciertos y errores, ha trascendido los límites de su país y la convierte en un referente indispensable para entender los tiempos actuales.

1 comentario:

  1. Con todo respeto, creo que eso que presentas como descripción de los hechos - como algo aséptico, indiscutible, neutral - es pura ideología.

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