lunes, 5 de marzo de 2012

¿Adiós a los pluris?

Es políticamente muy correcto criticar a los diputados plurinominales (o de representación proporcional). Se dice de ellos, básicamente, que no hicieron campaña, que no fueron electos por los ciudadanos sino por las cúpulas partidistas y que no le rinden cuentas a nadie. En medio del descontento generalizado hacia la clase política en México, muchos voltean hacia los pluris y creen que su eliminación es un imperativo urgente.

Sin embargo, quienes proponen la eliminación de los legisladores de representación proporcional difícilmente reparan en las consecuencias negativas que esto traería para la democracia mexicana. Analicemos algunas de ellas.

En primer lugar, la razón de ser de los diputados plurinominales, aquí y en cualquier parte del mundo, es garantizar una representación parlamentaria más acorde con las preferencias y la voluntad de los ciudadanos. Un sistema de pura mayoría relativa, es decir, de diputados electos en distritos uninominales, genera graves distorsiones en la composición de los parlamentos.

Veamos un par de ejemplos. En 2009, en el Distrito Federal, el PRD obtuvo una votación efectiva del 28.70% y ganó 30 diputaciones de mayoría (son 40 por este principio); el PAN tuvo el 22.10% y 9 diputaciones de mayoría; el PRI el 18% y ninguna mayoría; el PT el 11.5% y 1 mayoría; el PVEM el 10.15% y ninguna mayoría, al igual que Convergencia (2.6%), Nueva Alianza (4.2%) y PSD (2.6%). Es decir: si no hubiera diputados plurinominales el PRD tendría el 75% de las curules con únicamente un 28.7% de la votación. ¿Sería esto democrático? En el caso del PAN sí obtendría una representación proporcional a su votación pero no así en el caso del PRI, quien con un 18% no tendría ni un solo diputado. ¿Un sistema así, en una ciudad tan plural como el Distrito Federal, podría ser representativo y funcionar bien?

A nivel federal pasaría algo parecido pero con distintos partidos. Sin plurinominales, el PRI tendría el 62% de la representación parlamentaria con el 39.5% de la votación efectiva. El PAN, por su parte, tendría el 23% de los escaños en San Lázaro con el 30% de la votación.

Como se puede ver en estos dos ejemplos, los diputados de representación proporcional cumplen con esa función indispensable de dar voz de manera equilibrada a numerosos ciudadanos que votaron por un partido y que merecen ser representados y tomados en cuenta a la hora de elaborar las leyes y distribuir los recursos públicos, acorde con las preferencias expresadas en las urnas.

La democracia no es solamente un conjunto de mecanismos y procedimientos para repartir los cargos públicos y acceder al poder; también implica dar representación política e institucional a las diferentes expresiones y corrientes de pensamiento que existen en una sociedad. Precisamente la introducción en el sistema electoral mexicano de mecanismos de representación proporcional fue lo que permitió, a la larga, la paulatina democratización del régimen político autoritario posrevolucionario, al dar entrada al poder legislativo a diputados de oposición para quienes, dadas las condiciones de inequidad vigentes, era tarea titánica ganar un distrito de mayoría.

Por otro lado, es falso que los diputados plurinominales no tengan que hacer campaña, ya que, salvo los que vayan en los muy primeros lugares de la lista, su elección depende de la votación que a nivel global pueda obtener el partido. Dicho de otra forma: a mayor votación, mayor número de diputados de representación proporcional, en términos generales. Si analizamos la forma como se han asignado los diputados de representación proporcional en las últimas cuatro elecciones federales, veremos que existe una gran varianza. Así, por ejemplo, en la cuarta circunscripción el PRI se ha movido en un rango entre 5 y 13 pluris, el PAN entre 11 y 16 en la tercera, y el PRD entre 7 y 13 en la quinta. Es decir: después del lugar 5 de la lista, ningún pluri tiene asegurado su pase automático a la Cámara de Diputados en el caso de los tres partidos más grandes de México. En el caso de los partidos pequeños, prácticamente ningún candidato de representación proporcional tiene amarrada su posición. Por lo tanto, un candidato plurinominal tiene incentivos a apoyar a su partido durante la campaña para que le vaya bien en la elección.

Por último. Ha sido una regla no escrita que en las posiciones plurinominales los partidos incluyen a sus cuadros con mayor experiencia legislativa, aquellos que serán los coordinadores parlamentarios y los que marcarán la agenda en los diferentes temas. Los legisladores plurinominales suelen ser los que aportan mayor racionalidad global y no únicamente los que velan por los intereses particulares de sus distritos (ambas posiciones son necesarias y se complementan). Hay quienes sostienen que los partidos utilizan las listas plurinominales para garantizar la entrada de personajes indeseables que no ganarían una elección, pero lo cierto es que esto no es una regla general: dos de los diputados con peor prestigio, Gerardo Fernández Noroña y Mario di Constanzo, fueron electos en distritos de mayoría.

Por supuesto que urgen reformas que profesionalicen a nuestro poder legislativo y mejoren su calidad y representatividad. Pero eliminar los pluris sería, a todas luces, una solución simplista. Hay que entrar a fondo al tema. Es urgente permitir la reelección legislativa para que los ciudadanos tengan el derecho de juzgar a sus representantes y éstos, sean plurinominales o de mayoría, establezcan entre ellos relaciones de largo plazo que se traduzcan en mayores acuerdos y mejores leyes. Hay que reformar las leyes orgánicas de nuestros congresos y sus reglamentos internos para propiciar un trabajo más racional y organizado. Hay que replantear el funcionamiento de las comisiones. Hay que establecer un sistema civil de carrera legislativa para los asesores parlamentarios. Hay que transparentar al máximo los recursos y prerrogativas que reciben las bancadas. Son las anteriores algunas reformas necesarias para tener mejores legisladores, tanto a nivel federal como local. Pero suprimir sin más a los plurinominales, no va a resolver de fondo ninguno de los muchos problemas que viene arrastrando desde hace tiempo nuestro poder legislativo y en cambio sí puede crear muchos más.

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