En ninguna democracia debiera espantar el
triunfo de ningún partido. La alternancia es natural y hasta cierto punto
lógica y necesaria en cualquier nación. Así acaba de pasar en España y en
Francia y nadie se tiró al piso. Pero existen múltiples elementos para
sospechar que en México el triunfo del PRI no implicaría una alternancia como
cualquier otra, sino una auténtico riesgo para la democracia. Cuando observamos
que el comunicador más visible del país minimiza el viernes negro de Peña Nieto
en la Ibero o las protestas que se le hicieron en Oaxaca y en cambio maximiza
desproporcionadamente los errores del equipo de Josefina; cuando analizamos el
sectarismo pro priista de los "analistas" del programa Tercer Grado;
cuando nos presentan encuestadoras que trabajan para el PRI y para el Verde
como si fueran objetivas, imparciales y metodológicamente rigurosas; cuando nos
enteramos de que durante años Peña Nieto ha "contratado" columnas
editoriales para que hablen maravillas de él; cuando cada vez más son más los
reporteros que denuncian presión de sus jefes para no hablar mal de Peña Nieto;
entonces nos damos cuenta de que el peligro de regresión autoritaria en México
es real.
Muy interesante y alentador que quienes
encabezan en calles y redes sociales este movimiento son jóvenes
universitarios. Quizá no cuenten con organización ni estructura, mucho menos
con una agenda política bien definida y acabada. En sus filas seguramente hay
de todo, de izquierda a derecha, pasando por ambientalistas y defensores de
agendas alternativas y de minorías. Pero los une el presagio de que un eventual
regreso del PRI a los Pinos pondría en riesgo muchos de los avances
democráticos del México de hoy, debido a sus comprobadas complicidades con el
crimen organizado, con la corrupción y con los más oscuros intereses.
Por su edad, esos jóvenes no padecieron los
gobiernos del PRI represor que además destrozó la economía y convirtió a México
en una fábrica de pobres. Ellos crecieron en un país con estabilidad económica,
pluralidad política y libertades. Por eso mismo no quieren un escenario
distinto. Han metido aire fresco a una campaña tediosa y monótona. A cinco
semanas de la elección, todavía queda mucho por escribirse.
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