
Más que un libro de memorias, Fuego y cenizas es un texto lleno de
reflexiones. A partir de sucesos puntuales el autor medita sobre la naturaleza
de la política. Por un lado, reconoce que no se debe participar en ella desde
la candidez ni la inocencia pero, por otro lado, no pierde la esperanza de que
a través de esta actividad las personas logremos definir lo que es común a
todos. Lo dice Ignatieff desde el inicio del libro: el reto de la política
democrática es no perder la fe en sus ideales, a pesar de la realidad.
Durante su período como líder de
la oposición en Canadá, Michael Ignatieff fue víctima de una feroz campaña
negativa que lanzó en su contra el partido gobernante, en la que se enfatizaba
que estaba en la política sólo de paso y que gran parte de su vida la había
pasado en Estados Unidos, completamente alejado de la realidad canadiense. El
autor evoca este episodio con enorme pesar: reconoce que esa campaña fue
tremendamente efectiva a la hora de presentarlo ante los ciudadanos como un
académico frívolo que quería obtener, sin merecerlos, los beneficios del poder.
Es aquí donde Ignatieff hace una reflexión sobre la civilidad que debe
prevalecer en todas las democracias, a pesar de las diferencias. La civilidad,
dice el autor, es el reconocimiento de que la lealtad de tu oponente es igual a
la tuya, de igual modo que su buena fe es igual a la tuya. Si los adversarios
se convierten en enemigos, si todo vale con tal de alcanzar el poder, esa democracia
estará herida de muerte porque la política dejará de ser eso para convertirse
en lo que está llamada a ser alternativa: una guerra.
Ignatieff recurre a Max Weber para su reflexión final,
acerca de la vocación del político. La política no es una profesión más, sino un llamado; se tiene que ofrecer
una razón convincente de por qué se entra en la política, una razón de fondo
que evite sacrificar todo principio. Así, un auténtico político vive para la política, no de la política.
Gran texto el de Michael
Ignatieff. Referencia casi obligada para todos los que participamos de esta
actividad con todas sus traiciones y sus miserias, pero también sus ilusiones y
esperanzas.